Una novia para David

Tomado de Ecured
Tomado de Ecured

Es este filme, dirigido por Orlando Rojas y cuyo guión estuvo a cargo de Senel Paz y del propio Rojas, uno de mis favoritos cuando se habla de cinematografía cubana. No es –aunque sí, también lo es- el carismático personaje de Ofelia, la protagonista, encarnado en María Isabel Díaz, ni las actuaciones de Massola, Gattorno, y Thais Valdés. Es mucho más que eso. Mucho más. No es esta una simple historia de amor entre una gordita y un guajirito, sino el esbozo de una época donde todo era atravesado por el ideal revolucionario –aquí se toma una beca estudiantil como ejemplo de ese laboratorio-, y donde ese mismo ideal se mostraba harto vulnerable al machismo, a los rezagos burgueses, a la apatía y la discriminación. Pero no, que tampoco es eso. Como si no fueran grandes por separado el problema radica, diría yo, en esa unión irremediable de la nostalgia con la melancolía formando esa, mi nostalcolía. El problema es Elena Burke, nuestra señora sentimiento, cantando Ámame como soy -tema de Pablo Milanés-, en la escena donde Ofelia y David se toman un daiquirí en el Floridita, luego en varias escenas breves y pasando con los créditos al final. El problema es que –y esto me pasa cada vez que veo el filme-, yo siento esa inexplicable nostalgia de ese tiempo –la más dulce hipocondría que ojos humanos hayan visto-, como si en efecto fuera aquel un recuerdo de mi vida. Y a mí, lamentablemente, los años no me alcanzan para eso y sospecho me alcanzarán menos para encontrarle una explicación. Baste decir que hay gente como Elena y Pablo que pasan por el mundo así, poniéndole demasiada vida a lo que hacen. Vean lo que sigue, digan si no es así.

3 respuestas a «Una novia para David»

  1. “(…) Pero lo que más duele es la saudade.
    Saudade de una cascada de la infancia.
    Saudade del amigo imaginario que nunca existió…
    Saudade de una ciudad.
    Saudade de nosotros mismos, cuando vemos que el tiempo no nos perdona.(…)
    En alguna otra vida, debemos haber hecho algo muy grave para sentir tanta saudade…»

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