Sácale brillo al piso, Teresa

mujer escobasSácale brillo al piso, Teresa, dice en uno de sus temas Pacho Alonso. Quizás los más jóvenes no recuerden la canción, pero sí habrán padecido las órdenes de mamá, sobre todo el sábado por la mañana, cuando uno quiere seguir durmiendo porque, al no haber escuela, no hace falta levantarse temprano. No hace falta, pero la vieja insiste, ¡de pie, que hoy es sábado, hoy es día de limpieza! En general es así, el balde, la escoba, el haragán, y echa más agua, ¡echa más! En realidad nos gusta el baldeo, por eso es tan común ver las aceras mojadas no solo los sábados, sino entre semana –aprovechando el día en que viene el agua-. Tanto es así que en algunos barrios es preciso andarse con cuidado, porque te mojan la ropita de salir y no precisamente con agua limpia. Incluso las familias que pueden darse el lujo de una doméstica, como está ocurriendo de un tiempo a esta parte, saben lo que es dar escoba de atrás para adelante, fregando los rodapiés, corriendo los muebles, sacando el agua de la sala para el portal, o el balcón. Hay, incluso, quien trapea la acera correspondiente. De todo esto puede deducirse que el cubano, en su mayoría, aunque latoso, exagerado y criticón, es limpio por naturaleza. Pobre, pero limpio, reza un dicho popular como lema para muchos, justamente esos que saben que la carencia no es directa ni indirectamente proporcional al agua y la escoba, a esa frescura que se respira luego de un rotundo baldeo. A ver, díganme, ¿qué cubano no se ha partido el cuello mirando alguna cubana barrer agua? Porque el baldeo, de tan practicado, también tiene background e indumentaria propia: shortcito corto –mientras más corto, mejor-, blusita vieja preferiblemente amarrada bajo los senos y alguna orquesta sonando detrás. Sonando alto –la orquesta de turno o algún viejo track que la memoria rescata-. A ver, díganme, ¿qué cubano no se ha mojado los pies, al menos una vez en la vida, meneando el esqueleto con una escoba?

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