De Holguín a La Habana

sobre con libro de poemas de Ramón Rodríguez Serrano

“Te ha llamado un escritor de Holguín”, me dice mi padre dándome el recado por teléfono. «Es poeta. Se llama Ramón». Repaso mentalmente los nombres conocidos, pero ninguno se llama así. Anoto el número y le llamo de vuelta. Una voz del otro lado me dice, “Te he leído. Aquí las cosas llegan un poco tarde, pero te he leído. Me gustan tus cuentos. Yo escribo décimas y tengo solo algunos libros publicados. Ya sabes, es difícil, pero hay que insistir”. Hablamos de lo difícil que es, en verdad, la vida de un escritor. Escribir a pesar de todo y de uno mismo. Hablamos de los autores nacidos en Holguín que conozco y leo, Luis Yuseff, Rubén Rodríguez, Jamila Medina, Emerio Medina y Mariela Varona (a quien quisiera conocer desde hace mucho tiempo). “Es difícil”, me dice, “pero intentaré gestionar alguna invitación para ti a una feria literaria o a un evento”. Yo sé, le digo, también lo intentaré. En cuanto me sea posible, lo visito. ¿Usted tiene correo electrónico? “No”. ¿Tiene celular? “No. Ya sabes, es difícil”.  Nos despedimos y me quedo pensando en eso, en lo difícil y en cómo habrá obtenido mi teléfono. “Te ha vuelto a llamar el escritor de Holguín”, dice mi padre dos o tres días después, “me pidió la dirección postal para enviarte algo”. Yo cuelgo pensando en lo difícil que resulta a veces que llegue algo vía postal. Y sin embargo, contra todo pronóstico, varios días más tarde, llega. Un sobre con una colección de sus Apuntes mínimos, un suelto de El cuervo, espacio poético de los autores de Buenaventura y un poema Oratoria y laurel, con mi foto impresa: para Dazra Novak, dice. Para Dazra deseándole nuevos lauros desde mi más profundo deseo, su admirador, Ramón, reza la dedicatoria escrita a mano en la primera página de su volumen de poemas. Y yo, que lloro con las películas y más con la vida real, sequé mi lagrimita mientras buscaba su número que estaba segura de haber anotado en alguna parte. No lo encontré. Ya saben, a veces es difícil encontrar algo entre tantas libretas de notas. Pasaron los días y yo a cada rato ojeando el sobre y los poemas hasta que, días después, buscando otra cosa, encontré el número. Lo llamé y le agradecí tan bello poema. Le dije que esto lo tenía que escribir, gritar su nombre y su gesto sin medir si llega cerca o llega lejos. Sin dejar de soñar. Ya saben, es difícil, pero hay que intentarlo.

nota curricular del poeta holguinero Ramón Rodríguez Serrano

Una respuesta a «»

Deja un comentario