Iglesia de Reina

iglesia de la calle Reina
Foto: Dazra Novak

Entrar a la iglesia de Reina nunca ha sido, para mí, un acto de fe. Y es que esta no es como las otras iglesias, que destacan por la blancura de sus arcos y columnas, la forma en que incide la luz sobre ciertos íconos (por la aflicción en los rostros sagrados), el silencio reinante o la acumulación de vendedores y creyentes a sus puertas. A pesar de las escenas coloridas de sus vitrales, imposibles de ignorar, es la iglesia de Reina una gigantesca nave gótica en penumbras, un túnel cuyos caprichos ojivales nos conducen hasta las escalofriantes puertas de un oscuro medioevo. En este templo, se me antoja que la razón del hombre aún no ha despertado. Y sin embargo, se me hace difícil el rezo, la paz del espíritu, el abandono a la pena colectiva –esa que trae alivio compartido-. El inmenso órgano como un trueno se me anuncia –si alguien osara arrancarle un acorde-, capaz de echar abajo capiteles, nervios y vitrales, motivos de fe –joyas de arquitectura-, vidrios y preciosa talla de confesionarios y reclinatorios. Es esta una iglesia con un enorme peso en su estructura que, sin humildad ni compasión, deja caer sobre los fieles, como si para llegar hasta nosotros mismos, por fuerza hubiera que atravesar la oscuridad de los viejos tiempos.

iglesia de la calle Reina
Foto: Dazra Novak

9 respuestas a «Iglesia de Reina»

  1. Siempre me asusto de niño ese cristo en la puerta , de adolescente , me sentaba a leer dentro de la iglesia , lecturas épicas y místicas , una especie de cura para los encuentros , con los seres que brotan de esos libros de luz.

    gracias

    1. Mi abuela vivía justo en Reina entre Gervacio y Escobar. Una de las cosas de mi niñez que con mayor agrado recuerdo es cuando entraba a esa Iglesia.

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