En la Habana, el mar y la lluvia moderan el calor, el trasiego humano en las calles, el rebote implacable de la luz sobre los edificios. Contemplar la humedad que va naciéndole a los muros es, más que voto de silencio, deporte melancólico.
Dazra Novak recorre la ciudad, el cubano de hoy y su idiosincrasia.
En la Habana, el mar y la lluvia moderan el calor, el trasiego humano en las calles, el rebote implacable de la luz sobre los edificios. Contemplar la humedad que va naciéndole a los muros es, más que voto de silencio, deporte melancólico.